sábado, 22 de junio de 2013

EL ARCANGEL GABRIEL



 

Su nombre significa fuerza de Dios. Se le representa con una vara de perfumada azucena, que obsequió a María en el momento de la Anunciación y que representa la pureza inmaculada de la Virgen santa.
 
Su fiesta es el 25 de marzo, fiesta de la Anunciación.
 
Es el mensajero de Dios por excelencia y el que comunica a los hombres las grandes noticias de parte de Dios. Ya en el Antiguo Testamento le habla al profeta Daniel sobre los acontecimientos importantes que tendrán lugar para el pueblo de Israel.
 
Veamos los textos:

"Mientras yo, Daniel, contemplaba la visión, se colocó delante de mí alguien con apariencia de hombre y oí una voz que gritaba y decía: “Gabriel, explícale a éste la visión”. Vino él cerca de donde estaba yo y, al acercarse, me sobrecogí y caí sobre mi rostro. Él me dijo: “Atiende, hijo de hombre, que la visión es del fin de los tiempos… Voy a enseñarte lo que sucederá al fin del tiempo de la ira, pues tendrá fin ese tiempo” (Dan 8, 16-19).
 
Estaba todavía en oración, cuando aquel varón, Gabriel, a quien vi en la visión, volando rápidamente, se llegó a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. Vino y, hablando conmigo, me dijo:
 
“Daniel, vengo ahora para hacerte entender. Cuando comenzaste tu plegaria, fue dada la orden y vengo a dártela a conocer, porque eres el predilecto. Oye, pues, la palabra y entiende la visión.
Setenta semanas están prefijadas sobre tu pueblo y sobre tu ciudad santa para poner fin a la prevaricación y cancelar el pecado, para expiar la iniquidad y traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía y ungir al santo de los santos”.
 
Gabriel también deja entrever un tiempo de inmensas bendiciones espirituales con la venida del Mesías:
 
"Vi venir sobre las nubes del cielo a uno como hijo de hombre que se llegó al anciano. Y se le dio el señorío, la gloria y el imperio y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es un dominio eterno y no acabará; y su imperio, imperio que nunca desaparecerá" (Dan 7, 13-14).
 
Aquí se habla claramente del Mesías prometido al pueblo de Israel. Por eso, Gabriel es claramente, ya desde el Antiguo Testamento, el embajador de Dios para los grandes acontecimientos del pueblo de Dios. Esto se manifiesta con total claridad en el Nuevo Testamento al anunciar el nacimiento de Juan Bautista y de Jesús.
 
Le dice Gabriel a Zacarías:
 
"Yo soy Gabriel, que asisto ante Dios y he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena nueva. He aquí que tú estarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto se cumpla por cuanto no has creído a mis palabras que se cumplirán a su tiempo" (Lc 1, 19-20).
 
Pero, sobre todo, le anuncia a María la gran noticia del nacimiento del Salvador:
 
"En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José de la casa de David; el nombre de la Virgen era María, y presentándose a ella le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor está contigo (Lc 1, 26-28).
 
María se asusta ante la vista del ángel, quien había aclarado desde el principio que venía de parte de Dios. Y Dios, por medio de Gabriel, le dice las hermosas palabras del Avemaría:
 
"Dios te Salve, llena de gracia, el Señor está contigo".
 
Palabras divinas y evangélicas, cuya repetición en el Avemaría no pueden ser sino fuente de inmensas bendiciones para los creyentes.
 
Y sigue diciéndole:
 
"No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien, pondrás por nombre Jesús. Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David su padre y reinará en la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". (Lc 1, 30-33).
 
A continuación, el ángel le explica la concepción milagrosa de Jesús:
 
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra y, por eso, el hijo engendrado será santo y será llamado Hijo de Dios. E Isabel tu parienta también ha concebido un hijo en su vejez y éste es ya el mes sexto de la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposible".
 
Y María dijo:
 
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Y se fue el ángel" (Lc 1, 35-38).

Hay un detalle significativo, que es preciso anotar sobre san Gabriel, el embajador de Dios. San Gabriel saluda a María con el Salve, en griego Alégrate, que era el saludo normal entre los griegos. Pero el saludo de parte de Dios va más allá de un mero saludo humano, porque el saludo divino se fija en su alma, que es inmaculada, y le dice "llena de gracia". Ese es el mayor elogio que un ser humano podría haber recibido de Dios y que a nadie sino a ella se le ha dicho. Llena de gracia, es decir, llena de Dios, totalmente llena, sin el menor resquicio de pecado. Por eso, le decimos también para alabarla: Santísima, purísima, inmaculada.
 
María, en su humildad, no comprende cómo Dios la ha escogido y no puede comprender cómo se realizará, porque ha hecho voto de virginidad, pero el ángel le aclara que el hijo que va a nacer será concebido por obra del Espíritu Santo.
 
En esta embajada, Gabriel se presenta ante la humanidad como el gran comunicador, el gran mensajero, como si fuera el correo de Dios. Por eso el Papa Pablo VI nombró a san Gabriel arcángel patrono de los Correos, de los carteros, de los empleados de correos y de los filatelistas por la carta apostólica Quondoquidem del 9 de diciembre de 1972.
 
El Papa Pío XII lo nombró patrono de las telecomunicaciones y de los comunicadores por el breve apostólico del 12 de enero de 1951, donde dice:
 
"Ante la solicitud de muchas personas notables, que trabajan en telecomunicaciones y que han pedido que se les conceda a san Gabriel arcángel como celestial patrono, hemos decidido acoger favorablemente este pedido que también responde a nuestros deseos. Por lo cual, usando de nuestro poder apostólico, constituimos para siempre y declaramos a san Gabriel arcángel patrono celeste ante Dios de las telecomunicaciones, de sus especialistas y de todos los empleados, concediendo a san Gabriel todos los honores y privilegios que corresponden normalmente a los patrones principales.
 
Por ser san Gabriel el embajador de Dios es también patrono de los embajadores y diplomáticos: también lo tienen por patrono los locutores de radio y todos los empleados y operadores de radio y televisión, al igual que los operadores de teléfonos. Igualmente, todos los mensajeros. En la actualidad, hay muchos que lo consideran patrono de los cibernautas y de Internet. En una palabra, todo lo que haga referencia a la comunicación de noticias por los medios conocidos y por los que vengan en el futuro, están dentro de su protección.
 
Santa Matilde cuenta:
 
"Un día, vi al arcángel san Gabriel que iba delante de la Virgen María con un cetro de oro sobre el que estaban escritas en letras de oro:
“Dios te Salve, llena de gracia, el Señor está contigo”.

La beata Rosa Gattorno dice sobre san Gabriel:

"El 24 de enero de 1889 en la noche, cansada por haber trabajado mucho a la mesa hago un esfuerzo para reunir ideas y encontrar el punto de meditación. Me disgustaba, porque no encontraba aquella unión que deseaba en la oración. Y se me apareció un bellísimo ángel que rezaba cerca de mí. Un voz interior me dijo:
"Reza por ti. Él hace lo que tú no puedes hacer; suple por ti. El ángel Gabriel hace tus veces. Y quedé muy contenta en mi interior como si hubiera gustado aquello que en la unión podía experimentar".

A la estigmatizada italiana Teresa Musco (1943-1976), el 13 de enero de 1955, estando recuperándose en el hospital de una operación quirúrgica, se le presentó una niña bella y rubia con alas de oro y con voz suave le dijo:

"Ofrece todo por los pecadores sin lamentarte. Yo soy el arcángel Gabriel y estoy siempre a tu lado. No te preocupes de nada".

Al místico padre Lamy, Dios le había dado la gracia de ver a su ángel custodio y, como un protector especial, al arcángel san Gabriel. El 18 de mayo de 1912 estaba haciendo limpieza en la iglesia, cuando se le presenta san Gabriel y le dice:

"Atento, vas a rezar delante de la Virgen María. Y se le aparece María rodeada por unos sesenta ángeles por lo menos".

Nos dice: el 15 de marzo de 1918 observé que las baldosas de la iglesia estaban muy sucias y quise limpiarlas, pero oí hablar al santo arcángel Gabriel y a mi ángel, que decían: “Es inútil”.
A veces, cuando quieren decirme algo, hablan entre ellos y me dejan entender lo que dicen. Pocas horas después, vino la explosión en la capilla. Ese día, por inspiración de los ángeles, no me había detenido a rezar como lo hacía normalmente… En la atmósfera se habían expandido gases tóxicos que empeoró mi ojo derecho. Pero en medio de la desgracia, ocurrió un milagro eucarístico admirable.
El copón con las hostias quedó sobre el corporal fuera del sagrario, en el aire, sobre el corporal que también estaba en el aire. El canónigo de Rochetaillade (arcipreste de Saint-Denis), después de haber constatado el milagro, llevó el copón al sagrario mayor. Yo vi el corporal con el copón en el aire".
"Mi ángel custodio tiene cabeza redonda y es bellísimo, con cabellos negros y ondulados. El arcángel Gabriel tiene los cabellos cortos y ondulados. Gabriel tiene la cabeza más grande que los otros ángeles. Es por eso que yo reconozco a un ángel de categoría superior… Durante la guerra, visitaba a los heridos en la estación y veía al santo arcángel y a mi ángel que los bendecían.
Algunas veces en la estación de trenes había seiscientos o setecientos heridos. El santo arcángel y mi ángel estaban conmigo.
Cuando estaba el arcángel, yo veía claro, veía las conciencias. Daba la absolución con la convicción de que había 99% de seguridad que la recibían con fruto…

La santa Virgen le había dicho al santo arcángel Gabriel:
“Cuídalo”. Un día había salido de la capilla de Nuestra Señora del bosque al ponerse el sol. Caminaba inclinado hacia delante para no recibir en los ojos los últimos rayos del sol. No veía casi nada, porque soy medio ciego. De pronto, aparece un ciclista frente a mí.
Me habría atropellado con seguridad, pero el arcángel Gabriel tomó su bicicleta por las dos ruedas y la colocó suavemente a un costado. El arcángel había tomado la bicicleta con el hombre que estaba en ella y la había colocado sobre la hierba, a un costado de la carretera. El hombre se quedó con la boca abierta, viéndome a mí y al ángel. Yo tenía unas ganas locas de reír, viendo el asombro de aquel joven, pero me reprimí para no ofenderlo. Y me alejé del joven de la bicicleta y del otro que venía detrás y que había visto todo.
El primer ciclista le gritó al segundo: “Son dos, son dos”. Yo creo que se refería al arcángel y a mí. El otro no comprendía. La Virgen me había confiado al arcángel y me protegió. Sobre este suceso se habló después en cabarets y en reuniones de vecinos y yo me hacía el que no sabía nada…
 
También los ángeles me protegieron de las abejas el verano de 1923. Como tengo mala vista, ellos me defendieron. Yo entré en la capilla, después de un paseo por el bosque, donde hay bastantes enjambres. Yo había cogido algunas flores cerca de un enjambre sin darme cuenta de que en las flores había abejas.
Cuando entré en la capilla, me siguió un gran número de ellas y, en ese momento, oí estas palabras: “No le piquéis, no le piquéis.
Nuestra Reina no estará contenta. Es preciso que él regrese a su casa en su asno; si lo hiciera solo, tendríamos que acompañarlo en forma humana”. Era la voz del arcángel Gabriel que ya conozco bien. Todas las abejas se retiraron sin hacerme daño y yo se lo agradecí a los tres arcángeles".
 
El conde Paul Biver, gran amigo y confidente del padre Lamy, nos cuenta el siguiente suceso:
 
El 19 de noviembre de 1924, miércoles, a las 10 menos cinco minutos de la noche, el padre Lamy estaba muy fatigado. Lo acompañé con dos lámparas a su habitación. Después de desearme unas buenas noches, le di una lámpara encendida. A las diez y cuarto, yo estaba en cama y apagué la luz. Después de dos o tres minutos, a través de las dos puertas, comienzo a oír una conversación animada en su habitación. Son tres hombres quienes toman parte, con voces distintas, que se oyen muy bien en el silencio de la noche. Me siento en mi lecho. El padre Lamy habla de vez en cuando con un interlocutor, cuya voz es muy varonil y agradable. Entiendo algunas sílabas, pero no comprendo lo que dicen. Por discreción, no quiero ir hasta la puerta para escuchar. El tercer interlocutor tiene la voz un poco menos agradable, pero perfectamente normal. Yo capto perfectamente la voz de los tres interlocutores, que hablan en francés.
Al día siguiente temprano, me reúno con el padre Lamy. En el camino a la iglesia, le pregunto: “Ayer en la tarde usted hablaba con otros. ¿Eran ángeles?”. Él me sonrió y me dijo: “Pueden ser ellos, son la consolación de la tarde”. Durante el día, me responde claramente que las voces que escuchaba eran de san Gabriel y de su ángel custodio.
 
Y nos dice el mismo padre Lamy:

El arcángel viene recuentemente a acompañarme. Vino el 29 de junio (1925).
Estaba solo rezando el breviario y me habló de cosas celestiales.
Cuando viene, le doy mensajes para la Santísima Virgen. Él no me responde, pero me sonríe.
 
¡Si vosotros vierais el respeto de los ángeles por Dios y por la Santísima Virgen! Pensaríais un poco más en respetarlos. ¡Con qué respeto le habla el arcángel san Gabriel a la Santísima Virgen!
Le dice “Reina” y se inclina.
Y ella le responde con un tono maternal.

El padre Lamy murió el 1 de diciembre de 1931 de un ataque al corazón, después de haber confiado su alma a la Santísima Virgen y a san Gabriel arcángel, sus celestiales protectores.



Autor: Padre Angel Peña Benito.
 

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