OH! Poderosísimo Príncipe de la Gloria,
San Rafael,
llamado medicina de Dios,
salud de los enfermos,
luz de los ciegos, guía de los caminantes,
protector de la limosna, del ayuno y de la oración.
Por aquella caridad
con que acompañaste al joven Tobías
y le guardaste de muchos peligros
librándole de la crueldad del demonio,
le preparaste un feliz matrimonio
y devolviste la vista a su anciano padre,
te pido, Oh! Glorioso protector mío,
librame de todos los males y peligros
y acompañame en la peregrinación
de esta vida mortal,
para llegar felizmente
al puerto de la salvación,
al puerto de la salvación,
el Reino de los Cielos.
Amén.