Ángel santo,
que velas por mi pobre alma y por mi vida,
no me dejes
– soy pecador –
y no me desampares a causa de mis manchas.
No dejes que se me acerque el mal espíritu.
Y dirígeme poderoso preservando mi cuerpo mortal.
Toma mi mano débil y condúceme
por el camino de la salvación.